LUKI HUBER, diseñador de producto, fundador y CEO de Luki Huber Estudio
"El diseñador puede aportar soluciones para convivir mejor. Estamos entrenados"
Piensa en estos días el diseñador suizo Luki Huber en cómo romper el cristal de su zona de confort en su taller barcelonés para trabajar sin sitio asignado, merodear aquí y allá y 'aterrizar' como el Halcón Milenario de pronto allí donde precise para interactuar en equipo. Así le funcionó a Ferran Adriá, con quien el diseñador trabajó cinco años en elBulli. "Ese 'voy y vengo' es un arma poderosa", aconseja Huber, defensor de 'libar' el néctar de distintas disciplinas como una abeja curiosa. La conciencia ecológica y la búsqueda de una convivencia mejor son áreas en las que "el diseñador puede aportar soluciones", confía quien ha diseñado una herramienta para afilar la creatividad.
Ameno disertador y audaz explorador del diseño de la cuarta revolución industrial, compartirá el próximo viernes, 21 de septiembre, en el salón de actos de Cajamar, en Murcia, su experiencia en elBulli y el mecanismo para la innovación 'Manual Thinking', que él mismo ha creado. Ve en el sector industrial murciano "actividad y ganas".
El diseñador que participó en la transformadora experiencia de elBulli, cerrará (10,15 horas) el Día de la Creatividad y la Innovación, que organiza el INFO con el Fondo Europeo de Desarrollo Regional. A las 9,30 horas abrirá el encuentro el consejero de Empleo, Universidades, Empresa y Medio Ambiente, Javier Celdrán. A continuación, el director del INFO, Joaquín Gómez, abordará las herramientas para procesos de innovación creativa junto al CEO de Rapsodia Innovation Center, Dimas Agudo. Una cita imprescindible para todos los que jugarán en el tablero empresarial en el siglo XXI.
Hablará en Murcia sobre su experiencia en elBulli, cuya apuesta innovadora aún se recuerda siete años después del cierre, ¿cómo lo vivió?
Fue impactante porque antes los restaurantes compraban las vajillas, y hoy es normal que se hagan cosas a medida. No ha habido antes un trabajo tan cercano entre diseño y gastronomía.
¿Con qué se queda, años después, de su aportación al proyecto de Ferrán Adriá?
Con el equipo. Me quedó claro desde el principio que iba a ser una historia bonita, y supe que iba a empezar bien, ser algo bueno y terminar bien. Guardo, de hecho, una buena amistad con Ferrán y con Albert y el equipo central, que es lo importante. Aquella relación comenzó como un encargo concreto para diseñar unos 'snacks' fríos, y supimos convertirlo en una colaboración prolongada durante cinco años. Ferrán propuso para 2002 un experimento: qué pasa si hay un diseñador en la plantilla, lo que podía parecer una chaladura, pero finalmente funcionó con los números porque yo percibía un sueldo y es lo que se ahorró de ir a comprar aquí y allá.
Recogió aquel trabajo de proyección en un libro, 'Diseños y esbozos para elBulli', ¿qué enseñanza destacaría?
La experiencia multidisciplinar. Fue sumamente interesante trabajar codo con codo con profesionales de otras disciplinas. También me di cuenta de que en el equipo, aparte de Ferrán, yo era el único que no tenía un lugar fijo de trabajo, iba de un lado a otro con mi libro de bocetos, a las ferias, y eso era un privilegio porque ves cada día el mundo con ojos nuevos. Ferrán tenía en Barcelona dos talleres y decía 'voy y vengo', y ese es un arma poderosa porque, mientras caminas de A a B puedes pensar en la orden que vas a dar al equipo, te surgen ideas y, además, siempre tienes al equipo alerta porque no saben cuándo el jefe puede entrar por la puerta. Actualmente sí tengo un lugar fijo en mi taller y pienso en cómo variar esta situación.
¿Tiene un resultado en mente del que se sienta especialmente orgulloso de su época en elBulli?
Empecé pronto a darle valor al conjunto. Era importante porque restaba valor a cada pieza. Estoy educado para hacer producción en serie y eso en un restaurante no es posible. Allí las series eran de diez o veinte. Puedo destacar la pinza de laboratorio, que no se usaba en cocina y ahora no ves a un cocinero sin ella.
¿El mercado necesita dejarse sorprender constantemente con productos novedosos?
El mercado es caprichoso. Tenemos que hacer productos novedosos y funcionales a la vez. Si solo es funcional, pero ya existe, lo único que hago es robar el espacio de otro. Si solo es novedoso pero no funciona, no perdurará. Hoy se habla mucho del mar de plástico, y tenemos que diseñar productos válidos.
¿Por válido entiende sostenible y respetuoso?
El diseñador tiene cada vez más responsabilidad de pensar en el usuario y en el que no es usuario. Por ejemplo, la moto acuática puede ser fantástica para quien la disfruta, pero también horrible para el resto que está en la playa. No todos los problemas se solucionan con nuevos productos, sino con la concienciación, con la política. Tengo que ponerme en el papel de solucionador de problemas. Otro ejemplo: la violencia de género no la puedo solucionar con productos, pero sí con concienciación, aunque también están las pulseras alarma. Estamos entrando en la necesidad de explorar múltiples vías.
¿Qué tendencias marcarán el diseño de la próxima década?
Nos cansaremos de ver tanto plástico en los océanos y el 'eco design' es un gran tema. La convivencia, convivir bien. El mundo cambia rápido, se viaja. Estamos trabajando con una universidad de Barcelona para organizar un curso sobre Urbanismo y cómo convivir en las grandes ciudades, ahora que se plantea el conflicto de intereses de los pisos turísticos. En esas cuestiones el diseñar puede aportar soluciones. Estamos entrenados.
Sin un diseño impactante, ¿un producto útil y necesario puede fracasar?
De cada cien nuevos productos que salen, y no solo de diseño, sino habituales como un yogur, un champú o así, 90 fracasan en el primer año. De los diez que quedan, nueve desaparecen a los dos años. La mayoría fracasa. Hay marcas a las que va bien lanzar un locura, aunque desaparezca, porque hace marca, ya que mucha gente se ha quedado con el impacto. Yo no me podía permitir una ratio tan pequeña.
Hacemos una exploración invitando a los empleados de los clientes para generar nuevas ideas. Con 18 participantes, podemos obtener 800 ideas en una mañana. Si solo escogemos ocho, no hemos invertido años y además hacemos que el equipo se implique y haga suya la idea. Esta manera de cocrear ha sido importante en Lékué, la marca de utensilios de cocina. Diseñadores, vendedores y otros empleados remando en la misma dirección es como una religión. Hasta el chico del almacén tiene que estar implicado porque es importante el modo y el tiempo de entrega.
¿En qué sectores detecta la fuerza del diseño, como ya pasó con la gastronomía?
Nos rodea ahora la tecnología. Ahora necesitamos una 'app' para todo. De diez personas que hacen 'footing', nueve llevan un dispositivo que les mide el pulso. Estamos explorando en los ciclos que uno pasa para renovarse a sí mismo, que cada vez son más cortos. Si mi abuelo era zapatero, lo era toda la vida, pero ahora hay que reinventarse constantemente. Esa formación constante, ese aprendizaje transversal no siempre serán a través de una universidad. Vuelvo a la experiencia multidisciplinar, a aprender unos de otros y entre generaciones. No hablaría de escuela, sino de 'coworking' y de nuestra herramienta 'Manual Thinking' para gente que se encuentra y visualiza soluciones. Va a ser una meganecesidad.
¿Emplea algún recurso para estimular la creatividad?
Lo que queremos hacer cada vez más es jubilar las salas de juntas y reinventar los espacios para el trabjo colaborativo. La altura de una mesa de oficina solo es buena si te dan de comer. En el taller tenemos el 'Manual Thinking Box', un organizador de pared para ofrecer orden e inspiración. Tenemos 400 'boxes' con productos diseñados por nosotros, prototipos, material de trabajo y otras cosas como una caja de cacahuetes o cucharas. Si tienes que diseñar un cepillo de dientes, nunca puedes ir a ver qué hace la competencia porque solo lograrás una pequeña mejora de lo existente. Invitamos a un grupo para que saque objetos de las cajas. Igual se encuentra el zapato de mi hija, que se quedó pequeño. Desglosan las cualidades, que poco tienen que ver con el cepillo de dientes, pero tienes que pensar si tiene sentido un material o una forma en el cepillo. Hacemos cuatro grupos de tres personas cada uno y, a los 40 minutos, podemos tener 30 ideas por grupo.
¿Ese análisis total, como una descomposición del producto, es el método que aplicó con Lékué para sus innovadores productos de cocina?
Después de cinco años en elBulli tenía un gran bagaje del mundo de la cocina. Para la gama Lékué Luki hice análisis de cualidades de la silicona: es flexible, apta para el congelador, resistente a las altas temperaturas y muy higiénico. Le pedí a Adriá una lista de acciones de cocina -él lo desglosaba todo- y de ahí salió el estuche de papillote. Para hacer un producto novedoso y funcional hay que hacer una exploración de lo que se necesita y lo que no se necesita. Me hace feliz que el jefe de estudios de una escuela de Elche (Alicante) empezara a colaborar con nosotros. Me obligó a darle material con descuento porque es una escuela pública.
Los escolares de hoy tendrán que trabajar en el futuro con el diseño ¿debería incorporarse como disciplina a los colegios?
Sería útil. Incluso en familia puedes evitar malos rollos. Mi mujer y yo tuvimos un problema con el barrio donde vivíamos porque no había colegios para nuestra hija. Se habían convertido en hoteles. Era un tema tan emocional que generaba conflicto. Hicimos un mapa con las tres posibles vías. Al hacerlo por escrito, en 30 minutos habíamos tomado la decisión. Hemos empezado a trabajar con una 'coach' para hacer plantillas para la resolución de conflictos.
¿Qué sensaciones le produce la actividad industrial de la región de Murcia?
He estado tres veces en Murcia y ya he firmado un contrato con un fabricante de mobiliario. Es una gran oportunidad porque el mercado catalán sufre por la situación política actual. En lo poco que ha visto de Murcia detecto actividad y ganas. La industria alimentaria es un sector potente.
¿Qué aconseja a las empresas para fomentar la creatividad?
Abrir la mente y viajar. Recomiendo que la empresa pague a los empleados vuelos y entradas a ferias que no tengan nada que ver con su sector. Los mandan cada año a las mismas ferias. Cuando trabajaba en el sector alimentario encontraba más cosas en el sector químico. Trabajar fuera de la caja y pensar en otras cajas. Si soy panadero, me sirve de poco ver panaderías de todo el mundo. Tengo que ir a farmacias, ferreterías y museos.
Si deseas conocer más sobre Luki Huber no dudes inscribirte en el evento del próximo 21 de septiembre en Murcia.