Prototipos, piezas de montaje, material de ensamblaje o modelos de simulación que pueden salvar vidas son algunos de los ejemplos de lo que se puede producir mediante fabricación aditiva, que no consiste en otra cosa que en imprimir mediante capas de diferentes materiales (desde metal a distintos tipos de polímeros e incluso células vivas, entre otros) haciendo uso de impresoras 3D, las cuales han dejado de ser un objeto de uso personal para llegar a fábricas de todo el mundo y ayudar a las empresas a reducir costes tanto en materia de tiempo como de eficiencia energética, y por tanto de dinero. Según las previsiones de la consultora Context, el mercado de la impresión 3D alcanzará un valor de cerca de 15.000 millones de euros en 2020.

La fabricación aditiva ofrece tres ventajas principales: en primer lugar la flexibilidad que permite en cuanto a las formas que se pueden crear; luego la rapidez de respuesta que ofrece dado que permite saltar directamente del modelo digital a la pieza final y por último, el ahorro en costes generales, asociado a la reducción de tiempo dedicado al trabajo, a la utilización de material específico solo donde sea necesario y a la rápida amortización de la tecnología necesaria.

Sectores tan dispares como el de la educación, la salud, el deportivo, el aeroespacial y automovilístico, el sector agronómico, el de la construcción o, incluso, el de la Responsabilidad Social Corporativa o el conocido como cuarto sector – preocupado por la sostenibilidad medio ambiental y bienestar social- pueden encontrar en la industria aditiva y en la fabricación 3D un gran aliado; pero no son los únicos, esto acaba de empezar.

Con el objetivo de impulsar el conocimiento en torno a esta área y promover la apuesta de las empresas por adaptarse a los requerimientos del 4.0, los próximos días 3 y 4 de diciembre, volvemos con la II edicición de ADITIVA 4.0, el congreso internacional sobre fabricación aditiva.